¿Alguna vez os habéis planteado cómo pasan las Navidades nuestros vecinos europeos? En este post os hablo un poquito sobre lo que he visto en Alemania y Bélgica a la hora de prepararse para la visita de Papá Noel (porque se podrá llamar de una manera o de otra, pero la llegada del señor de rojo es algo que tenemos en común).
Decoraciones de Navidad
Aquí veo unas cuantas diferencias con España, y es que especialmente en Alemania, se decora que da gusto. Ya no solo en Navidad, sino en general, los alemanes siempre adaptan muy bien sus casas y sus calles a la estación que toque: otoño, pascua con sus conejos y huevos, la época de los espárragos… en fin, que este periodo no iba a ser menos.

Podemos decir que se acerca la Navidad cuando empezamos a ver en las tiendas las coronas de adviento (Adventskranz), hechas normalmente con hojas de abeto que sujetan cuatro velas. Cada vela representa un domingo de Adviento, así que la tradición es que las iluminemos cuando toque. Tiene simbolismo católico pero a día de hoy es otra manera de hacer la cuenta atrás hasta el 24.

Por supuesto no pueden faltar los calendarios de adviento (Adventskalender): hay innumerables propuestas, tamaños, temáticas…y es cierto que se ha hecho bastante mainstream y hasta los instagramers no paran de sacar calendarios regalados por marcas que contienen mini tallas de sus productos. Pero sinceramente, lo que me gusta de Alemania o Bélgica es que se suelen hacer calendarios personalizados para tu pareja o familiares: a mi me da la vida el ritual de ir a comprar los materiales, desde los saquitos/bolsas hasta la cuerda para colgarlos, pasando por las pegatinas de los números y las pinzas para cerrarlos. Me parece una actividad estupenda para pasar el rato y te permite ser todo lo creativo que quieras en el contenido (los beneficios para la persona que lo recibe me los ahorro).
El rey de la decoración es y será el árbol de Navidad, y al igual que en España, los hay minimalistas, hechos de dos alambres, de plástico de toda la vida, o los naturales. Aquí ya el irlos a buscar y a cortar (tú mismo!) es otro tipo de aventura que seguro que ya conocéis.

Pero si queremos decorar concienzudamente la casa, en Alemania hay ciertos objetos que no pueden faltar (y algunos de ellos se pueden ver sobre todo en las ventanas):
- Las estrellas: de paja, de papel, tipo linterna…estas Weihnachtsstern representan la estrella de Belén, que llevó a los reyes magos a donde nació Jesús.

- Figuras de madera fina con forma de animales, estrellas, y demás símbolos de navidad.

- Estructuras de madera que representan figuras o un pueblo, cubiertos por un arco con velas o luces.

- Las pirámides de navidad (Weihnachtspyramide), que como su nombre indica, es una estructura piramidal hecha de madera y con velas en la base, que tiene una hélice en la parte de arriba que se va moviendo con el calor de las velas.

- Los cascanueces: estos no hace falta explicarlos, pero aquí hay de muchos tamaños y de outfits diversos.

Básicamente hay mucha madera, y muchas luces para darle calidez a las noches de invierno
Para concluir este apartado, os dejo el bonus track:

Comer y beber en Navidad
Antes de la pandemia, el fin de noviembre marcaba el inicio de los mercadillos de Navidad en Francia, Alemania, Bélgica y seguro que en muchos más países. Durante la época de adviento, las plazas y calles más concurridas de las ciudades se poblaban de puestos de decoración de navidad, y sobre todo, de comida y bebida. Eran ideales para calentarse las manos un poco y socializar antes de volverse a recluir en casa, además de suponer toda una experiencia gastronómica, ya que en unos cuantos metros picabas de aquí y de allá de muchos platos.


En Alemania, lo más típico son las salchichas y filetes a la brasa que te ponen entre un pan tipo perrito caliente, pero también hay opciones vegetarianas como la raclette o el langos, que es como una pizza con masa de churro y con crema agria a la que le echas un poco lo que quieras.

En Bélgica el plato estrella es la Tartiflette, que viene siendo un guiso de patatas con bacon, cebolla y mucho mucho queso reblochon.
Los dos países tienen dos cosas en común: la visita al mercadillo siempre siempre termina con un crepe de nutella o de barritas kinder, y todo va siempre regado con un buen vino caliente (glühwein o vin chaud). Al vino caliente se le puede añadir un chupito de ron o espirituosos varios y entonces te calienta el doble. O mejor: puedes tomarte un (ojito a la palabra del infierno) Feuerzangenbowle, que a pesar de su nombre interminable, no es más que vino aromatizado con ron y azúcar, que se flambea en ollas gigantes tipo Astérix y se acompaña de galletitas de canela. Si alguna vez vais a los mercadillos alemanes, os lo recomiendo 100% solo por ver el espectáculo.


Si nos detenemos en el mundo de los dulces, podríamos estar hasta mañana: en Alemania son típicos los Lebkuchen, las Plätzchen, el Stollen, las Zimtsterne, o las Vanillekipferl. Puedes comprarlos hechos o backearlos tú, que es la gracia.

Si te animas, en las tiendas tienes todos los moldes para que te salgan con la forma deseada.

En Bélgica suelen comer, ahora más que en otra época, las galletas Speculoos (que vosotros conocéis como Lotus).

6 de diciembre: San Nicolás
Pero si hay una fecha destacada en diciembre, esa es el día de San Nicolás (Nikolaustag/La Saint–Nicolas). Este personaje está inspirado en la historia del Obispo de Myre, famoso por su generosidad y amabilidad (y voluntad para luchar con otros cultos como el griego, todo sea dicho), que murió el 6 de diciembre de hace muchos siglos y al que se le atribuyen muchos milagros después de muerto.
Aquí os dejo la leyenda que no es moco de pavo y a mi me dejó medio traumatizada:
tres niños salieron al campo y se perdieron por el camino. Vieron luz en una casa y al llamar a la puerta, les abrió el carnicero, Peter Schwartz. Les dejó pasar y una vez dentro, les mató y cortó en pequeños pedazos que después puso a salar en un barril.
San Nicolás llegó entonces (en su burro) y llamó a la puerta, pidiéndole al carnicero algo de comer. Después le pidió un poco de sal, y Peter confesó su crimen. San Nicolás puso tres dedos en el barril y resucitó a los niños.
Para castigar al carnicero, lo encadenó a su burro. En este punto, San Nicolás se convierte en el père Fouettard: un personaje malhumorado que persigue a los niños que se portan mal.
Conclusión: si has sido bueno, la noche del 5 de diciembre deberías limpiar tus zapatos o calcetines y dejarlos en la puerta. Tampoco estaría de más que le dejases un café a San Nicolás y unas zanahorias (peladas) al burro.
Al día siguiente seguramente te encontrarás con los zapatos llenos de dulces, pero también mandarinas y algún que otro regalito. Y si estás por Bélgica, seguro que desayunas el cougnou, un pan de brioche que se suele acompañar de chocolate caliente.

Espero que esta introducción a la Navidad por Europa os haya entretenido y lo más importante, os haya metido el espíritu navideño en la cabezota. Yo me despido pero antes por supuesto os deseo una ¡Feliz Navidad!
Lau
Me ha encantado! Tengo unas ganas locas de volver a visitar Heidelberg y beber un glühwein y unas salchichitas!
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La verdad es que en cualquier país de Europa la navidad se respira en cada plaza o calle, sus mercadillos son espectaculares y con el vinito caliente llega un momento que no sientes el frío.
Me ha gustado mucho😉
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